1.- Ten un concepto claro. Si no tienes claro lo que quieres transmitir… no transmitirás nada. Cada diseño cuenta una historia, una idea, una experiencia y esto es lo primero que debes de tener ¿qué quiero comunicar?

2.- Reúne información. Reúne toda la información que puedas sobre el producto, servicio o empresa para la que tengas que hacer el diseño. Cuanto más a fondo conozcas tu producto, más fácil te resultará extraer sus valores y publicitarlos de una forma adecuada.

3.- Déjate influenciar “lo justo”. En todos los sentidos, en lo que se refiere a tu cliente, deja que te cuente su historia, sus deseos, sus inquietudes, pero… mantén las distancias, te ayudará a poner en su justo punto toda la información que antes has recopilado

Además recuerda, tu eres el profesional, el que sabe que se trae entre manos, haz que tu cliente confíe en ti, si no… para qué te ha contratado?

4.- Utiliza los espacios en blanco. Los espacios en blanco ayudan a estructurar la información, a dar relevancia a los mensajes principales y además consiguen que el mensaje llegue de una forma más clara, directa, sencilla y cómoda para el cliente final. Todo son ventajas!

5.- Utiliza como mucho 2 tipografías, si puedes reducirlo a 1 mejor. Además la tipografía tiene que estar estrechamente relacionada con el objetivo del diseño, no puedes estar por ejemplo hablando de un producto intuitivo y sencillo de manejar y meter una tipografía complicada y llena de curvas, además,  tiene que ser clara y legible.

6.- Se coherente. Cada elemento gráfico tiene que encajar perfectamente con los demás, tienes que conseguir que el usuario perciba que cada elemento está ahí por qué sería imposible que funcionara en ningún otro sitio.

7.- Piensa en el futuro. Tu diseño seguramente no terminará en esa primera pieza que has realizado, seguramente tendrá que adaptarse a diferentes usos y necesidades, por lo tanto … preveerlas es parte de tu trabajo.